Llevaba tiempo queriendo hacer
unos cupcakes de “Red Velvet”, pero nunca encontraba el momento. Bien porque no
tenía los ingredientes, bien porque al no saber a que sabía ese tipo de
bizcocho no me sentía motivada para hacerlo. Había leído en el libro de Bea
Roque que era el tipo de sabor que la gente u odiaba o adoraba, y eso me echaba
un poco para atrás.
Un día haciendo la compra (o
acompañando a mi marido a hacerla) vi una caja de preparado de bizcocho de Red
Velvet, de la marca Betty Croker, de las que solo tienes que mezclar unos
polvitos y hornear, y no pude resistir la tentación de comprarla. También
aproveché para coger una tarrina de crema de vainilla de la misma marca para
hacer el “frosting”.
En cuanto llegué a casa me puse inmediatamente
a mezclar la masa (huevos + aceite + agua + el preparado de la caja) y a
hornearla.
He de reconocer que esperaba que
el bizcocho quedase más rojo. Cuando lo probé me llevé una decepción, sabía
demasiado a polvitos :(
Como había utilizado un preparado
para tartas, me salieron 24 cupcakes, que tuve que hornear en dos tandas. Para
ello decidí usar dos colores de capsulas y así combinar el bizcocho con dos “fronstings”
diferentes, esperando que esto mejorase el sabor del bizcocho.
En las capsulas azules, puse la
crema de vainilla que había comprado en el Super. Para las capsulas rosas, preparé una buttecream con queso “Philadelpia” que saqué del libro de Bea y que llevaba tiempo queriendo hacer.
En ambos casos, los decoré con
florecitas de fondant de diferentes colores pero siempre entonadas con el color
de la masa y las capsulas de papel.
¡El resultado fue asombroso! No
solo no se notaba el sabor a polvitos del bizcocho sino que su suave sabor
combinaba perfectamente con ambos frosting, e incluso los potenciaba. A mí me encantó la combinación
con la crema de queso, que en teoría es la mas típica para este bizcocho. Mi
marido, más tradicional, prefirió los que tenían la crema de vainilla.
Otra cosa que nos sorprendió fue
lo rica que estaba la crema de Betty Croker. No soy muy fan de la vainilla,
pero esta estaba de rechupete….para comerse toda la tarrina a cucharadas.
Además tenía una textura perfecta, ni muy dura ni muy blanda, ideal para
meterla en la manga pastelera y trabajar con ella.
Después de esta experiencia me
quedaron claras dos cosas: que volveré a probar a hacer Red Velvet, pero esta
vez desde el principio, sin preparados; y que tendré siempre un bote de crema
de vainilla de Betty Croker guardado en la despensa, para alguna emergencia
culinaria…y otro en la nevera para comerme a cucharadas ;P
Luz Ignesón
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© [2013-2014] [Be brown, be sweet]
ñam! que rico me encanta el red velvet!! que buena pinta!!
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